El pago de dividendos es habitualmente considerado por los inversores como una muestra de la estabilidad tanto de la compañía que los genera como de la rentabilidad de nuestra inversión. Sin embargo, considerar solamente el pago de dividendos como un criterio válido sin tener en cuenta el contexto global de las finanzas de la compañía es un error de concepto.

Los dividendos son la parte de los beneficios que una empresa decide repartir entre sus inversores. Bajo una dirección sensata, el reparto de dividendos significa que la empresa no es capaz de encontrar oportunidades de inversión para la caja generada, y por tanto decide entregar parte o todo de dichos resultados a sus accionistas. Debemos por tanto tener en cuenta las siguientes consideraciones:

Lo primero que debemos preguntarnos es si nos interesa invertir en una empresa que no está siendo capaz de generar una elevada rentabilidad sobre el capital invertido de manera que no le compense re-invertir totalmente sus beneficios y prefiera entregarlos a sus accionistas.

En segundo lugar, el pago de dividendos supone una salida de caja de las cuentas de la empresa, es decir, una des-capitalización de la misma. Dado que la caja se contabiliza en la valoración de una empresa en una relación 1 a 1, en el preciso momento del pago del dividendo la empresa disminuye de valor exactamente la cantidad pagada.

Por último el pago de dividendos supone para el inversor un pago de impuestos de entre el 19 y el 23%, retención que se genera en el momento del pago, que evita que nos podamos beneficiar de un diferimiento del pago de impuestos o de una re-inversión completa del dividendo.

Por otro lado, muchos inversores realizan la re-inversión de dichos dividendos, pero ello sugiere una cuestión que debemos plantearnos: ¿Si la empresa nos entrega los beneficios porque no es capaz de encontrar oportunidades de inversión adecuadas, no tendría sentido buscar para dichas cuantías esas oportunidades de inversión que nuestra compañía no ha sido capaz de encontrar, en lugar de re-invertirlas en ella, disminuidas además por los impuestos y las comisiones? .

Si bien el pago de dividendos es, en muchos casos, buena señal respecto a la capacidad de generación de caja de la empresa, considerando todo lo anterior debemos considerar como muy razonable realizar inversiones en empresas que, aunque no paguen dividendos, generen unos elevados beneficios y que sean capaces de re-invertirlos a unas tasas de rendimiento superiores, de manera que si no tenemos necesidad de liquidez sea la propia empresa quien realice la labor de re-inversión por nosotros a unas tasas adecuadas y evitando pago de impuestos y comisiones y que a largo plazo se produzca una revalorización de las acciones debido a la prosperidad del negocio. Así, Arwen Capital preferimos compañías que sean capaces de reinvertir sus beneficios a tasas superiores al 15% anual frente al pago de dividendos.

Y en el caso de que necesitemos unos ingresos periódicos, nosotros mismo podremos fabricarnos nuestros propios dividendos vendiendo en el mercado pequeñas porciones de nuestra participación ajustando dichas ventas a nuestras necesidades y evitando gastos innecesarios cuando no necesitemos el cobro de dichos dividendos.

Sirva de ejemplo el exitoso holding Berkshire Hathaway, presidido por el afamado inversor Warren Buffett, que dado que históricamente ha sido capaz de invertir el dinero de sus accionistas a una rentabilidad superior a la media, no ha pagado un solo dólar en dividendos en sus más de 50 años de historia.

 

 

Guillermo González

Consejero delegado de Arwen Capital

 

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