Si usted es ahorrador y no quiere salir mal parado, invierta, pero no especule. Para evitar que nuestras inversiones obtengan resultados decepcionantes no es necesario poseer cualidades excepcionales que nos permitan predecir el movimiento de los precios a corto plazo, sino desarrollar un enfoque que nos permita tomar las decisiones adecuadas. Distinguir entre inversión y especulación es básico para conseguir este objetivo. Mientras la inversión debe basarse en un proceso que comience con la valoración a largo plazo del activo en el que vamos a invertir y posteriormente acercarnos al mercado para estudiar si nos  ofrece un precio de compra adecuado, la especulación se basa en comprar un activo simplemente con la esperanza de poder venderlo más caro sin atender a su valor real.

La mayoría de los intervinientes en el mercado de valores lo hacen siguiendo un enfoque especulativo, lo cual convierte a La Bolsa en un gigantesco casino en el que se realizan rápidas apuestas, a veces incluso automatizadas con algoritmos, que provocan un frenesí de compras y ventas a corto plazo generando violentos movimientos de precios. Estos movimientos provocan en la gran masa de participantes del mercado fuertes miedos cuando son a la baja y una gran euforia cuando son al alza. Distinguir los movimientos especulativos de aquellos que realmente suponen un ajuste del precio al valor real, y evitar la influencia en nuestras decisiones cuando éstos no están justificados más que por la especulación, es algo sólo al alcance de los que siguen un proceso de decisión robusto.

En las últimas semanas se ha confundido una bajada del valor real del Banco Popular con un movimiento especulativo, dejando en la ruina a miles de inversores. Del mismo modo, Liberbank, un banco con beneficios, crecimiento de negocio y rentable en los últimos años, vio como sus acciones se desplomaban debido a la especulación mediante uso de instrumentos derivados, a un nivel tal, que fue necesaria la prohibición por parte de la CNMV de su utilización para la  recuperación de la estabilidad. Parar la caída especulativa era necesario, ya que podría haberse desencadenado un proceso en el cual los depositarios interpretasen la bajada de las acciones del banco como una muestra de su deterioro, provocando una retirada masiva de los depósitos y generando una situación muy peligrosa susceptible de acabar en quiebra. Debemos recordar que la liquidez de los bancos depende principalmente de sus depositarios.

La inversión inteligente debe basarse, por tanto, en un proceso decisorio lógico que nos permita asegurar que la compañía en la que invertimos nuestro dinero cumple los criterios de calidad requeridos. Y una vez efectuada la inversión, y adquirida a buen precio, abstraernos de la locura diaria del mercado y poner nuestra vista en el largo plazo. Para conseguirlo es importante canalizar nuestras inversiones a través de aquellos vehículos de inversión que entiendan y sigan estos principios básicos,  que tengan como objetivo el obtener una adecuada rentabilidad del capital, que sus responsables sean co-inversores y que además eviten la operativa demasiado frecuente, ya que ésto último elevaría los gastos en comisiones provocando erosión en la rentabilidad.

Desde las entidades bancarias nos dan muestras, una y otra vez, de que sus intereses no están alineados con los de sus clientes, ya sea con la venta de preferentes, o con ampliaciones u ofertas públicas de venta de dudoso interés. Pero como todos sabemos, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra…

 

Guillermo González

Consejero delegado de Arwen Capital

 

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